arrojarse al infierno y descansar
Hola, fieralindas.
El tren que me lleva a 300 kilómetros por hora desde la estación de Sants hacia Atocha-Almudena Grandes acaba de pararse en medio del Camp de Tarragona. Un lugar distópico de luces ordenadas, que en una noche como esta parece una ciudad del futuro. Quizás es absurdo, pero hace semanas que no leo, así que siento que no puedo escribir. Respiro hondo un par de veces, me miro el reflejo en el cristal, remoloneo. Un grupo de chicos, parece que pertenecientes a un equipo de algún deporte, intercambia bromas y se ríe alto. Me cuesta hablar con vosotras escuchando sus voces, así que saco mis cascos con cancelación de ruido y los conecto a mi teléfono móvil. Una paradoja: reproduzco ruido blanco con unos cascos que hacen desaparecer el ruido. Busco el silencio a través de un cierto tipo de ruido que neutralice otro tipo de ruido. A veces el silencio es un ruido.
Hace que no escribo aquí más tiempo del que me hubiese gustado, aunque he pensado en nosotras muchas veces en estos meses. El verano ha sido una especie de tobogán y he aterrizado sin darme mucha cuenta a las puertas del otoño. Durante estos meses he terminado todo lo referente al lanzamiento del disco. El diseño físico, los vídeos, los planes de comunicación. Tras una temporada sin compartir música, volver a sentarme en reuniones con un equipo que habla y teoriza sobre cómo debería contar mis canciones me parece surrealista. No lo digo en el mal sentido. A veces me cuesta asimilar que hay gente a mi lado pensando sobre trozos de mí, confiando a veces más que yo, averiguando junto a mí cuál es la mejor manera de compartir todo este universo con la gente. Porque para mí, FIERALINDA no es un disco: es un universo, un proceso, un lenguaje complejo. Así lo siento, desde ahí lo hice. Hago música para no estar sola, y de alguna forma miro a mi alrededor y me veo, les veo, nos veo implicadas en este proceso artístico y humano, y siento que más allá de las consecuencias futuras, este universo ya existe. Ya está siendo porque está en más cabezas que no son la mía. Y algo en mí se afloja.
Además, durante estos meses ha salido la tercera y última dupla que adelanta la parte sonora de FIERALINDA, con Mamá, me he cansado y la versión de estudio de Amor raro. Mamá, me he cansado, en su aspecto sonoro y visual, es una de las piezas más clave para mí dentro de FIERALINDA. Hice la canción rendida ante la necesidad de saberme buena, fuerte, entera, válida, justa, coherente, capaz. Si ser todo eso es la única forma de acceder al cielo (del amor verdadero, de la validación absoluta, de la aceptación irrevocable), no sé si ese cielo merece todo este cansancio, este extirparme las partes de mí que me manchan, que me harían habitar el otro lado. Soy una persona espiritual pero crítica con el catolicismo, y aún así reconozco en mí algunas configuraciones que son herencia suya. Durante la niñez, una aprehende ese sistema que diferencia entre el bien y el mal, premiando o asimilando el primero y castigando o aislando el segundo. Durante la adolescencia, una sufre ante la incapacidad de obedecer de forma intachable a esa doctrina, se siente por ello poco digna de amor, se pelea con las partes de sí misma que fuera son castigadas, consideradas malas, se rebela abanderando esas partes y aún así se hunde en la tristeza de alejarse de ese amor tan buscado. Me he visto a mí misma durante la adultez, a través de mecanismos que no son el castigo pero que a veces se le parecen, intentando volver a ser buena. Quizás no como entonces, a través de la obediencia y la asimilación de las normas, sino de una forma más compleja. Por ejemplo: me vi a mí misma yendo a terapia como quien va a un cirujano para que le extirpe un tumor maligno. Estoy mal, arréglame. Soy insegura, arréglame. A veces soy violenta, quítamelo. No podré vivir con esto, no podré ser amada, no podré encontrar paz. Nadie amará a esta prójima como a sí misma si tiene dentro el pecado. Antes el pecado era la desobediencia, ahora es la “irresponsabilidad emocional”.
En las sociedades europeas modernas tendemos a señalar el mal, condenarlo y aislarlo. Separarlo de nosotros, “los buenos”. La prueba más clara son las cárceles, que encierran físicamente a “los malos” separándolos de los demás. Hay algo de negación de nuestro propio mal, como de protección ante él: si separamos a los malos y los encerramos después, los buenos estamos a salvo. Hay quien cree que el malo puede volverse bueno tras el castigo, hay quien piensa que debe ser exterminado. No sé cuánto espacio deja esto a mirar nuestra propia “maldad” con algo más que miedo al castigo. Con curiosidad, con compasión, con naturalidad. Hay otras religiones, culturas y sociedades donde se entiende que uno contiene al otro, que ambos forman parte de la naturaleza humana, que ninguno de los dos se puede extirpar ni exterminar. Me gusta pensar que incluso hay religiones, culturas y sociedades (digo que me gusta pensarlo porque aún no las conozco) en las que no se divide la realidad siempre en dos, ni las acciones en buenas o malas, sino que hay terceros, cuartos, quintos espacios de análisis y entendimiento de lo que nos rodea. Un lugar en el que podamos descansar del miedo a formar parte de los malos, de ser enviados al infierno, de no estar libres de pecado.
Incluso a nivel sonoro, algo en mí necesitaba rendirse. De ahí esa base electrónica que te permite entrar en un trance y dejarte ir. De ahí esa tesitura baja, esa melodía repetitiva, esa voz que a veces apenas canta, solo cuenta. De ahí ese canto de inspiración folklórica al que cualquiera puede unirse si lo necesita. De ahí esa necesidad de que haya una canción que podamos gritar, saltar, purgar juntas en los escenarios.
“Solo quiero descansar”.
Ojalá tengáis espacios donde podáis descansar. Donde podáis ser buenas, y malas, y nada de eso, y todo lo demás, fieras y lindas, y cosas más complejas o mucho más simples. Eso es lo que le deseo a todo lo que amo, eso es lo único que para mí puede permitir la libertad.
Más adelante os contaré por qué todos los videos son en un teatro, por qué lo escénico vertebra esta FIERALINDA. Queda aún proceso y viaje, aunque no queda mucho tiempo para que salgan todas las canciones. Os lo cuento aquí antes que en el resto de sitios: el 21 de noviembre, las 12 canciones de la parte sonora de FIERALINDA serán vuestras también. Estoy deseante, dudosa, calmada, asustada, convencida, confiada y lista para enseñároslas. Aunque, insisto: el proceso será largo. Esto no es un disco.
Me alegro de volver a hablaros. Quiero saber qué se os ha movido con las últimas dos canciones, qué habéis visto en el vídeo de Mamá, me he cansado. Os leo atenta.
Gracias por seguir ahí. Seguimos.
Amor y rabia,
ede
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ResponderEliminarQue bonita frase " A veces el silencio es un ruido", nos pasamos el rato intentando buscar la paz y la tranquilidad y cuando la tenemos cerca algo nos pide que vuelva el ruido o explotaremos jeje. Ya queda poco! Tengo muchas ganas de escuchar FieraLinda y poder asociar momentos de las canciones con lo que has estado escribiendo en el blog. Un saludo
ResponderEliminarEs la madrugada del 21 de Noviembre. Hace mucho frío esta noche pero el aire ha parado. Tumbada en la cama, entre mantas y con los cascos puestos, estoy escuchando Fieralinda de principio a fin por primera vez. Estoy haciendo mi propia y privada “listening party”.
ResponderEliminarCuanta humanidad destilan estas letras. Y en la producción me encanta escuchar tu voz tan clara y centrada, siempre presenta en primer plano.
“Mamá, me he cansado” es para mí un temazo. De los de ponerte en bucle y bailar y bailar y bailar hasta que te duelan los pies y la garganta. Yo hace ya tiempo que me cansé. Solo le rindo cuentas a mi niña interior. Esa niña de 8 años que miraba el mundo con los ojos bien abiertos ya sabía todo lo que necesitaba sobre la vida. El éxito para mí es que esa niña esté orgullosa de mí. Lo que me diga el resto del mundo me da igual.
“El Rosal” es otra de mis favoritas del disco. La letra es tan bonita y triste y una melodía exquisita. Y esa forma que tiene Clara de acompañarte al piano es magia pura. Ojalá veros en directo de nuevo a los dos haciendo eso que hacéis que es magia pura.
“Deseo” es una de las canciones más sensuales que he escuchado en muuuucho tiempo. Es una canción genial para poner en una cita. Me encanta.
Deseando seguir descubriendo todo lo que esa cabecita ha pensado, preparado, planeado para este proyecto. Seguiré leyendo todo lo que nos cuentes sobre el proceso creativo.
Gracias por compartir tu arte
De corazón