sobre mis amores raros
Hola, fieralindas.
Os escribo desde el salón-cocina de mi casa-camarote barcelonina de 30 metros cuadrados. Es mediodía, voy por el segundo café, cambia la luz de la estancia a cada minuto por las nubes y claros que hoy desordenan el cielo. El barrio está tranquilo, gritan a veces los niños de la vecina de enfrente que juegan, se pelean, lloran, llaman a su madre. Las voces de los niños siendo absolutamente niños en lo primario del hogar, rebosando por la ventana y llenando las calles, siempre me hacen sentir mucho el barrio.
Lo primero que quiero confesaros es que hoy me siento a escribir y me cuestiono si debería hacerlo. En estos días he vuelto a leer bastante después de unas semanas de sequía literaria, con varios libros atascados y muy poca capacidad de concentración. Después de volver a sumergirse en las voces de esas escritoras (ahora mismo son solo escritoras: Selby Wynn Schwartz en Después de Safo y una Antología poética de Alfonsina Storni), una se sienta a escribir y se siente indigna. ¿Qué hago yo escribiendo? ¿Qué pretendo? Luego me recuerdo que precisamente creé este espacio para desligarme de mi propia expectativa: no tengo que impresionar a nadie con mi prosa en este blog. No soy escritora. Busco comunicarme con las otras, solamente. De hecho: leeros a vosotres se ha convertido en uno de los motores para mantener vivo este espacio. El sentido se ha desplazado de mí para posarse también en vosotros. El ejercicio de meterme en los lugares desde los que escribís y hablar un rato con los que estáis al otro lado de la pantalla está siendo hermoso, divertido, entrañable. Es decir: el valor de este blog está en el intercambio, no en la forma. Dilucidado esto, sigo.
Podría trazar un mapa pasando por todos los amores raros que se me han cruzado en la vida. Una extraña cartografía de mi afecto uniendo los puntos donde me he sentido de una determinada manera: amores que son inclasificables en la taxonomía habitual que los divide en familiares, románticos y amicales. Nos hemos inventado otras acepciones para darle matices: amor platónico, crush, follamiga (personalmente odio esta, no me preguntéis por qué), amante (esta, sin embargo, me encanta) o algo que según la RAE (la RAE, esa cosa) ahora existe en castellano pero que yo jamás he escuchado a absolutamente ningún castellanoparlante: amigovio. Más GenZ tenemos a casialgo o la anglosajona situationship. Todas ellas, ahora que me doy cuenta, en el ámbito de lo afectivo-sexual.
Trabajando el año pasado con La tristura, me enseñaron un término del que me enamoré mucho: amigamoramante. Le pregunto por Whatsapp a Violeta (Gil, increíble escritora también, os recomiendo apasionadamente Llego con tres heridas) sobre la invención de ese término, y me cuenta: "Es una cosa que escribimos para una de nuestras primeras obras, no recuerdo si fue para Actos de juventud o Años 90, Celso lo sabrá mejor. Tenía mucho que ver con nuestro espíritu de ese momento, con nuestra sensación de que éramos un poco todo, que éramos familia, que éramos colectivo, que éramos amigas, que éramos amantes, que estaba todo contenido dentro de nuestra pequeña estructura. Tenía que ver con una propuesta de vida integral, como fuera de la pareja, fuera de la convención familiar."
Meses después de conocerles y de ser atravesada por el encuentro con una de esas personas que generan un amor atípico, escribí Amor raro. Escucho el audio de Violeta y pienso que claro, no soy yo la única que ha necesitado inventarse un término para cuando necesitas hablar de un amor que no se encuadra en ninguna de las acepciones ya existentes, y eso me consuela. Quiero pensar que de hecho somos las personas que buscamos esos términos las mismas que nos vamos encontrando por el mundo generando en las otras la necesidad de inventarnos esos términos. Como una comunidad silenciosa de amores raros, unidos probablemente entre nosotros por una cadena de afecto inclasificable.
Escribiendo Amor raro se me pasaron por la mente todas esas amigas con las que me he visto envejeciendo, y todo el vértigo al querérselo explicar, incluso proponer, y el no saber nunca cómo hacerlo sin que pensaran que me había "simplemente enamorado"; o, mejor dicho, que claro que me había enamorado, pero no de esa manera que ellas probablemente se estuvieran imaginando. Pensé también en todas las personas en cuyos brazos he querido hundirme y con las que he querido escaparme, pero quizás solo eso, sin sexo ni constructo de pareja, pero también sin la frivolidad de los "ligues" a los que una abandona sin miramientos. Esas personas con las que he querido cambiar el mundo aunque fuese durante una semana, sin que la duración de la voluntad intervenga en el compromiso, o en la huella que han dejado después. Todas esas compañías que han sido refugio, trinchera, familia sin lazos de sangre envenenados. Todos esos amores fugaces que me han hecho escribir canciones y leer poemas y quedarme despierta por la noche, sin necesidad de hacer nada con ese amor más que eso, sin necesidad de convertirlo en carne ni proyecto.
Todos esos amores a través de los cuales podría trazar un precioso mapa; el mapa de mi obsesión, de mi compromiso con este mundo, del objeto de toda mi creación, mi análisis, mi necesidad de ser mejor persona, mi tormento, claro, a veces.
"Si algún día dejamos de poder sostener este afecto extraño, recuerda que una parte de mí sobrevive porque la has amado".
Todas esas partes de mí que sobreviven gracias a que las han amado.
¿Me habláis de vuestros amores raros?
Gracias por seguir ahí. A algunas siento que ya os voy conociendo, almacenando las imágenes de los lugares desde los que me escribís, conociendo un poco vuestros procesos de oposiciones, diálisis, duelos, aficiones secretas que os llevan a pueblos remotos de Rusia. Estoy disfrutando mucho de este lugar. Gracias por cuidarlo.
Amor (raro) y rabia,
ede
Escribo desde el salón de casa de mi madre, la tableta abierta en la mesa con un dibujo casi terminado pero que aún le falta algo, tumbada en el sofá con el móbil en la mano, que me tapa el techo, que me tapa el cielo, pero la nueva entrada en el blog de ede tiene permiso para taparme eso (el techo no, pero le da igual).
ResponderEliminarMis ojos se vuelven acuosos al pensar en responderte la pregunta. Tengo un amor raro, mucho más grande que el resto de amores raros, porque hay burbujas más grandes que otras dentro de esa movida. Aunque debería decir tenía, ya que se enfadó, así que ahora me encuentro en busca de otros amores raros, porque esa burbuja era enorme y ahora que explotó sólo dejó un charco debajo donde siento que me podría ahogar. Me siento triste, enfadada y en calma. Conviviendo a la vez con estas tres sensaciones. Ojalá conocerte más y que pudiéramos ser amores raros también, porque necesito distraerme ahora mismo.
La pantalla de la tableta se ha apagado en algún momento mientras escribía. Busco otra cosa que se haya encendido, por el equilibrio yin yang del universo, pero no encuentro nada, ni una espurna. Sólo mi pateticopoética manera de desahogarme a través de las palabras. Que de hecho, ya es mucho.
Con amor (propio) y rabia hoy,
A.
Escribo desde la cama, en una habitación donde la ventana está abierta y el mecer de una cortina me hace reflexionar que no soy yo la que, dentro de mí, no deja de moverse, sino que hay miles de cosas no pudiendo permanecer ni en silencio ni impasibles. Siempre hay una reacción a la acción, pienso, y tú, creando este nuevo (y muy bonito) término, estás provocando una reacción al mundo, una consecuencia, como quisiste hacer con algunos amores y ahora estás ahí, persiguiendo sueños que no desaparecen por alejarse de quién los ayudó a crecer. Demuestra mucho de un corazón el querer inventarse un refugio sólo para permitirles a otros corazones entrar, sabiendo que muchos de ellos no son conscientes de cómo quieren, si acaso existe una forma única de querer o si ese sentir desubicado tiene posibilidad de posicionarse. Con amor raro se inventa un tipo de amor por cada amor vivido, guardándose bajo las mismas dos palabras pero dejando un amplísimo espacio de significado y definición que jamás se repetirá. Para mí, el poder generar algo así dice mucho de tu tú escritora que nunca te llamas, porque acaso no se le debería llamar escritora a quien inventa y desinventa mundos (con toda la delicadeza y respeto) que no cierran puertas a nadie?
ResponderEliminarGracias por atreverte un día más a compartirte, leerte me hace entender un poco más mi alrededor.
Escribo desde un apartamento que a pesar de ser de mi padre se siente extraño, ajeno, como si nada de esto fuera mi lugar... Siempre quise escribir, fanático de todos y cada uno de los libros de Isabel Allende, pero nunca supe cómo hacerlo, cómo llegar a las personas que quería con esa forma tan especial que los escritores logran encontrar. Escribí canciones a mis personas queridas que ahora comparto con todos aquellos que les gusta escuchar o qué tan solo tengan ese interés, canciones que la gente dice que les gusta pero que dejan un vacío en mi porque me recuerdan a esos amores raros con los que prometimos cosas que quedaron olvidadas.
ResponderEliminarHola. Un placer leerles <3
ResponderEliminarComo acabo de leer hace un minuto, yo también siento que llego tarde, y seguidamente pienso ¿a dónde? Estoy aquí y es lo que importa. Respiro.
La necesidad de ubicarse llegando, logrando, alcanzando.. es agotador, y se multiplica al no reconocer(se) hacia dónde o hacia qué. La Vereda, (gracias por ese lugar de descanso) ahí descansa mi insaciable - mente de ese ruido sordo mental, que tal vez se haya amoldado a un ritmo frenético que nos impone la sociedad. Pero no, me niego a hacer ese ritmo mío, como dice Leiva “Tú no funcionas bajo presión “.
No he descrito el espacio donde estoy ahora mismo. Quizá porque no termina de gustarme, y al mismo tiempo me siento mal por “desprestigiarlo”. Estoy frente a un ordenador , con un escritorio y documentos varios. Un puesto “fijo” (fijo a qué?) en una empresa grande (grande para quién?). Entiendo el lado opuesto de quien desearía esta “estabilidad “ y me reconcome el no sentirme “plena”. Pero ya he entendido que no, que no pasa nada porque no sea mi sitio. Hay mucho más que descubrir, aunque el abismo de la incertidumbre asfixie. He leído muchas cosas por aquí que me han dado calorcito en el pecho, así que gracias. Gracias ese por crear esto tan bonito, como una especie de lugar seguro.
Probablemente no esté tratando el tema de esta “carta” , pero es que llego tarde ;)
Amemos raro<3
Hola, escribo desde mi habitacion en un pueblo de caceres justo al lado de portugal, el cielo está gris creo que es por el humo de los incendios forestales hay un ligero olor a madera quemada en el aire, hace calor mucho calor, tengo puesta la television aunque no le presto atencion, la utilizo como una especie de ruido blanco, me tranquiliza de alguna manera. En el lado derecho de mi mesa tengo el ultimo libro que me he leido (La esencia de rumi), y delante mia el ordenador desde el cual estoy escribiendo esto. Entiendo el amor como lo que somos realmente los seres humanos y nos pasamos toda la vida intentando recordarlo a veces sin suerte pues la mente se adueña del concepto y lo hace suyo, buscamos y nos agarramos torpemente a cualquier cosa que creemos parecida, Amigo, Amante y Amado son partes de algo que no esta partido, algo infinito no se puede expresar con el lenguaje, si pudiera expresarlo con palabras...
EliminarHola Ede, escribo tirado en mi cama, son las 23:19 en mi país (Colombia) tuve un día que no me permitió frenar y hasta ahora puedo pensar un ratico. En mi cuarto tengo varios cuadros de ilustraciones y una ventana grande llena de plantas bonitas que da al interior de una casa que comparto con roomies.
ResponderEliminarLeyendote recordé mucho un amor muy fugaz que tuve, pero muy importante, le llamaba la extraña e incluso llegue a ingeniarme un sistema para conversar con ella por chat sin que nadie nos entendiera. Se trataba de correr todas las letras un espacio hacia a la izquierda del teclado, por ejemplo, si yo quería escribir "Amor" escribía "ñnie" cuando la fila de letras se acababa se iba para la que cerraba la fila, es algo confuso pero uno se va acostumbrando. Ella fue importante porque me hizo encontrar mucha valía en mi, me hizo sentirme capaz de luchar por algo más que solo los pensamientos oscuros que aveces tenía. Duro poco, peor fue un amor raro.
Mi segundo amor raro es mi relación actual (llevamos 5 años) y fue todo lo contrario, empezamos como amigos y nos demoramos muchísimo conociéndonos, siento que un problema del amor actual es que se apresura y no se da tiempo para conocer al otro en su más pues esencia: como amigo, eso nos permitió estar seguros de que queríamos intentarlo, 5 años después acá estamos, queriendonos, aprendiendo de cada uno y caminando juntos.
Un abrazo Ede, tus canciones me han salvado mucho este año, me aferro al cielo, a la música y al amor
Mi segundo comentario en tu blog desde la cafetería rusa!!! Ya nos quedan solo un par de días aquí, y de vuelta al hogar. No pensaba escribir nada por ese miedo irracional a sentir que doy la chapa más de lo necesario si escribo algo casi en cada entrada del blog, pero me he reído un poquito al ver que se te quedaba ese detalle y que justo lo mencionabas en la última, así que haré un trato (unilateral por el momento): si se da la ocasión, tras el próximo concierto tuyo al que vaya, te enseñaré algo de lo que hicimos aquí a cambio de Amapolas, ya que la mantendrás en el directo :) Qué gustito me dio saber eso, por cierto. También te diré que, aunque hacía mucho que no escribía y simplemente esperaba un buen motivo para volcar ideas en las letras, ese motivo lo siento aquí. Es precioso este espacio que has creado, cada cosa que escribes nos remueve algo que nos hace querer participar. Resulta que me he enrollado que flipas (lo que pasa por animar a tus fanses) y no cabe todo en el mismo comentario, lo dejo por partes.
ResponderEliminarSolo por seguir alimentando la broma, te diré que a veces ha sido necesario justificar que NO soy del FBI al hablar de esa afición. Es un deporte precioso e increíble, así que ibas muy bien. Por responder a tu última respuesta: creo que el comprometerte sin reservas con un planteamiento no te libra de las dudas infinitas, del esfuerzo necesario para sacarlo adelante y del tedio de no saber a ciencia cierta (porque no se puede) si de verdad estás en un camino acertado. A mí al menos, ese compromiso me da la paz de saber que, si acaso, estoy en un camino que me alegro de estar transitando, y eso es suficiente para sacar fuerzas de flaqueza cuando dudo, sea cual sea el resultado. Porque siempre se duda. Porque ojalá esa combinación de profesión-afición fuese mágica, pero no, nadie da duros a real y esperar un golpe de suerte sin regar esa suerte con mucho trabajo es condenarte a la inmovilidad total. Solo podemos llevarlo con el máximo esfuerzo y alegrarnos de pensar que estamos decidiendo lo que sale de ahí, al menos en cierta medida. Suena a consuelo para ese desencanto vital y seguramente lo sea, pero al menos arrancamos esos momentos infinitos en el camino (como esa canción en directo que nos parte en dos), y aspirar a más ya es ruido. Aunque no he vivido el proceso creativo desde un punto de vista profesional, un compromiso así con una afición, o con cualquier cosa de la vida, se siente igual que abordar la creación de una obra con el pecho descubierto y el cuchillo en la boca. Como deben afrontarse, vamos.
Pero dejo de enrollarme, nos has pedido que hablemos de nuestros amores raros.
Siento que necesitamos explicar una cosa y describirla antes de soltarle la correa y dejar que corra libre por dentro de nosotros. Para sentirnos seguros de hasta dónde correrá, de si romperá algo dentro y tener ya comprado el repuesto para lo que pueda cargarse, todo con tal de no abandonarnos de verdad a esa aventura de sentir sin reservas. Por la necesidad de control. Muy necesaria a veces para evitar el tormento, pero joder, igual no tanto. Caemos en la trampa de ponerle palabras a un sentimiento antes de que se asiente y así lo modificamos con la propia observación, obligándolo a pasar por el embudo del lenguaje. Me gustaría seguir aprendiendo a dejar que el elefante entre tranquilo en la cacharrería, y ya luego ir viendo.
Usando el ejemplo de tu obra como podríamos usar cualquier otro: igual que esa contradicción entre fiera y linda termina en el momento en que aceptas que son dos extremos del mismo espectro, y que todo ello es un continuo de sensaciones que habita en ti a la vez y que no tienen por qué pelearse, pienso que con las relaciones, los amores, deberíamos afrontarlo de la misma manera. Puede que un día la mezcla complejísima y única de todas las dimensiones que pueden darse en una relación encaje de casualidad con uno de esos conceptos mainstream, y que al siguiente ya no. Puede que dos relaciones, ambas llamadas "amistad", cuiden de partes de nuestra identidad que están muy distantes la una de la otra.
(Continuación)
EliminarMi amor raro favorito ha sido siempre el que ha explorado más dimensiones de nosotros mismos; pienso en esas relaciones como si fuesen un caleidoscopio de sensaciones que cambia de forma y color en cada vuelta. Una amistad que se forjó al final de la infancia o el comienzo de la adolescencia, justo cuando más ganas tienes de pelearte contra el mundo y encuentras a alguien que está igual de perdido que tú y tiene las mismas ganas de provocar y de romperlo todo, aunque no lo haga. Una atracción que se mantiene por años desde la distancia y el respeto, porque no ha habido un momento en que explorar juntos esa parte. Pero ambos sabemos que está ahí. Etapas en las que desaparecemos por meses, y etapas en las que coincidimos de nuevo en una ciudad extraña o nos acercamos por otros motivos, pero con la certeza absoluta de que la otra persona estaba siempre ahí, cerca de alguna manera, si alguno de los dos lo necesitaba. Una admiración, secreta y también confesada, por cómo la otra persona ha sido capaz de gestionar ese colapso de la adolescencia y la juventud, empezando a construir una vida nueva desde cero. Una vida nueva que nos recuerda a esa rebeldía que compartimos al principio del camino, pero que ya se desenvuelve de otra manera. Saber que sabemos algo del otro que no conoce nadie más. La posibilidad, por sorpresa y accidente, de poder explorar un poco el cuerpo del otro porque la vida nos ha dejado ese hueco, y lo aprovechamos. Que fuese tan increíble como lo habías imaginado durante años. Que el sexo, esa dimensión que suele iniciar tantos mecanismos complejísimos e inciertos, no fuese para nosotros más que una forma de disfrutar la compañía mutua y de conocer una cara nueva del otro, sin un amago de invadir o poseer. Que el tiempo vuelva a separar nuestros caminos y que recordemos ese momento con el mismo cariño que el resto de los que compartimos desde hace ya media vida. Notar que, con el tiempo, necesitamos menos el rescate del otro en las caídas y los colapsos; y alegrarte por ello, porque solo puede significar que estamos aprendiendo a soportar el mundo cada vez mejor. Conocer a su pareja, a la persona que ha elegido para terminar de construir su vida, y quedarte embelesado por lo bien que ha elegido y alegrarte por ella como si una parte de ti mismo estuviese ya completa, solo sabiendo que ella estará bien. Que hables de ella en alguna conversación y que al poner en contexto digas sin pensarlo que es tu mejor amiga, aunque llevemos un año sin vernos y tenga a otras muchas personas más presentes en el día a día. Saber que sigue igual de cerca, y que la admiración mutua que nació en esa rabia adolescente sigue más vigente que nunca. ¿Qué nombre se le pone a eso?
(Continuación. La última ya de verdad de la buena, qué pesao.)
EliminarDe la mano de los amores raros vienen también los momentos inconfesables. Como no encajan en el manual de ninguna de las relaciones que conocemos, intentamos pasar de puntillas por esos sentimientos y escaparnos rápido de su impacto, pero sabemos que están ahí. Ese mutuo acuerdo tácito que lleva a dos personas a evitar un tema crítico, porque sabemos que lo que saldrá de ponerle palabras será un punto de inflexión en el sentido que sea, normalmente malo, y queremos seguir disfrutando de esa isla irreal de bienestar solo por un poco más de tiempo. Los celos que estallan por sorpresa en la situación más absurda y hacia la persona menos indicada, años después de pensar que tenías esa sensación superada, y que te recuerdan que racionalizar los sentimientos no es una herramienta infalible y que no estabas tan deconstruido como pensabas. Eso que se quiebra por dentro cuando entiendes que alguien se ha creado unas expectativas que no podrás cumplir, y que además tenía motivos de sobra para hacerlo, por mucho que sobre el papel no hubiese nada escrito. El escarmiento que supone el dolor y la culpa por haber provocado eso y haber visto la línea roja solo después de cruzarla. La certeza de haber conectado con alguien de una forma mucho más profunda en una conversación que lo que has conseguido en otras relaciones que han tenido un papel mucho mayor en tu vida. La manera en que esos momentos te conmueven, y te quedas días anclado al recuerdo de lo que sentías descubriendo ese mundo nuevo que se te mostraba a través de las palabras y los ojos de la otra persona. Los escenarios imaginarios en los que estos amores raros avanzan hacia algo más formal y piensas en qué podrían haberse convertido de darles más espacio. La calma que llega al aceptar que hay cosas que simplemente te quedarás sin vivir, y que nunca sabrás lo que podrían haber sido. Ver la chispa en los ojos de esa persona con la que conectaste tanto en aquella conversación, años después. Tranquilizarte pensando que, al menos, no estabas loco y que la otra persona se había quedado también pensando en ello, al ver esa chispa. Esa magia de sentirte fascinado por las personas que tienes alrededor y no poder distinguir entre la atracción mental, física, sentimental, romántica y todas las demás. Llegar a la conclusión de que tampoco hacía falta distinguirlas porque, de nuevo, estabas intentando dibujarle extremos a un círculo. Estabas intentando definir algo que sabes perfectamente lo que es, hasta que te preguntan y ya no lo sabes; intentando resistirte a esos amores raros. Abrazar esa idea y al fin abandonarte a ellos sin reservas, al menos, siempre que se pueda.
Y ya lo dejo aquí. He disfrutado mucho escribiendo esto, así que gracias de corazón por provocarlo. Varias veces mientras lo hacía me han sobrevolado estas líneas, parte de un mensaje que servía como introducción al disco Since I Have a Lover, de 6LACK:
"I'm thankful to live a life where I get to experience love in it's truest form, and so this will be an ode to that.
I've arrived at the point where I don't care where the road takes me
As long as it goes somewhere, I'm all in."
Me ha encantado leerte.
EliminarQue bello todo lo que escribes.
Deberíamos dejar entrar más a menudo al elefante en la cacharrería, tranquilo.
Un beso
Escribo desde un apartamentillo algo antiguo y sucio en Oporto, Portugal. Mi taza de café aún caliente yace en el fregadero, mi padre lee con sus gafas de cerca un libro que le presté en el sofá de mi derecha, y el graznido de las gaviotas me permite imaginar con más claridad tu casa-camarote. Al menos, con más claridad que la semana anterior, cuando desde la calurosa Sevilla leía tu entrada. Aquí la humedad del ambiente filtra la luz del sol de otro modo.
ResponderEliminar"Amarillo", entre un amor, y un amigo. Así lo definía Albert Espinosa en su libro. La persona que me introdujo a este término fue sin duda mi primer amor, un amor cuya intensidad tomé como varemo, cuya unilateralidad acepté como permanente, cuya experiencia marcó mi adolescencia. Ahora yo comprendo que para ella fui un amor; un amor raro. Porque su novio era un chaval de su pueblo, pero yo estaba ahí, y "amistad" se queda corto. Entonces, ¿cómo definirlo? El lenguaje y sus límites...gracias por, a tu modo, ampliar esos límites introduciendo nuevos términos.
Yo también cuento con una cartografía de amores raros. Adam, chico en el que me vi reflejado un verano en Asturias. Iván, quien, desde su soledad me hace parte de su mundo interior y más ansiados deseos. Lola, quien me tendrá siempre. Raquel, otro amarillo que desde lejos me piensa. Verónica, compañía de la cual no pude prescindir en el extranjero. Kyra, mi compañera de viaje.
Gracias por este espacio alejado de la espontaneidad y sobreinformación. Continuaré leyéndote.
Cris (de ojos limpios)
Escribo desde una habitación que me es ajena y en la que solo estoy por trabajo. Huele a una mezcla entre gel hidroalcohóloco, suavizante y el tabaco que se cuela por las rendijas de la ventana.
ResponderEliminarMe he tomado el tiempo de leer los posts y de leeros al resto, con calma, porque me daba un poco de vergüenza participar de esto. Sin embargo, no sé si porque a estas horas oscuras se me despiertan los monstruos o porque me he visto reflejada en mucho de lo que he leído, pero finalmente me atrevo a compartiros un poco de mis amores raros.
El primero que yo llamaría así, fue precisamente el que pensaba que no iba a ningún lugar, que no duraría ni sería importante. Así, fue fácil dejarme llevar porque no sentía la presión de encajar o de mostrar una cara que no fuese otra que la mía. Siento que aprendimos una forma de amar preciosa y, aunque nuestros caminos tuvieron que separarse, lo recuerdo con gran ternura.
El siguiente amor raro fue la primera persona capaz de leer la intensidad detrás de mis silencios. Me agarraba fuerte en los momentos en que todo se tambaleaba y yo no era capaz de apenas levantarme. Fue la única persona que puso su percepción de mí por delante de la opinión de quien me estaba destrozando en ese momento. Me trajo luz para poder volver a mirarme a mí misma sin apartar la vista.
Otro amor raro apareció hace menos tiempo y me asusta lo verdadera que me veo a través de su mirada. No ha juzgado mis heridas ni mis miedos y me empuja a mirarme con más compasión y orgullo. Tiemblo al pensar que alguien sea capaz de mirarme con esa ternura y que pueda no ser real (la imagen, no la mirada).
Ninguno de estos amores han sido iguales ni se podrían etiquetar bajo los mismos “nombres”, pero todos han marcado etapas lindísimas, ayudándome a amarme y sentirme suficiente, independientemente del tiempo que han estado o vayan a estar conmigo.
Me gusta pensar que en realidad estos amores raros nos rodean, que algunos los sentimos así, otros lo son desde sus miradas y no desde las nuestras, algunos eternos, algunos fugaces…
Solo puedo estar agradecida de que hayan cruzado en mi camino y lo hayan llenado de aprendizajes y sentimientos tan bonitos.
Escribo desde mi cuarto en la casa de mi madre, en São Paulo, Brasil. Algo acá huele a canela, pero no sé qué.
ResponderEliminarPara una persona excesivamente sensible y emotiva, hablo poco sobre el amor.
Lo reconozco cuando tengo ganas de acurrucarme con mi madre. Cuando miro a mis perros y me río sin motivo. Cuando, en medio de un día común, me acuerdo de alguna amistad que ya no está en mi vida. Cuando lo que estudio me pone eufórica.
Es una sensación de extrañar que no se cura con la presencia del objeto que se desea, ¿sabes? En lo personal, es algo que persigo, pero que nunca me va a perseguir de vuelta.
Tal vez el amor más raro que conozca es el que siento por mi propia existencia. Ese fuego mínimo que te hace querer salir al sol. Incluso eso lo transformé en autoexigencia, sintiendo que cuando sea vieja habré desperdiciado esa llama —aunque sé que no habrá sido una elección si de hecho la estoy desperdiciando ahora. La verdad que estoy intentando reencontrarla.
Son las 00:28, mañana trabajo y una vez más mi cuerpo se niega a descansar, así que voy a obligarme a escribir en mi diario hasta que me duela la mano y se me canse la vista.
Algo en esta encarnación debe tener sentido.
Con cariño,
Karo
Una vez tuve un amor raro. También tuve uno de corazón y otro en las entrañas. Pero después vino el raro, y era raro porque nunca supe de qué órgano de mi cuerpo nacía ese amor.
ResponderEliminarDejé que me alcanzara contra todo pronóstico. Cuando ya pensaba que mi capacidad de amar había hecho tanto callo que lo único que me quedaba era mirar el baile desde las sillas. Despeinada después de haberlo dado todo en la pista. Con la nostalgia de recordar ese último fox trot, pero también el vacío, el agotamiento tras la entrega más absoluta y sin final feliz.
Apareció así, raro. Raro en todos y cada uno de sus detalles. Una especie de vals inesperado. Raro en la forma, en lo insensato. Entre cervezas a deshoras y una pandemia mundial. Y con toda su rareza, nos arrolló el deseo y esas ganas de volver a la pista. ¿Y sí...? Y bailamos y bailamos mucho más de lo esperado para unos pies tan doloridos. Sin saber colocar ese amor en ningún lugar, con miedo a intentar hacerlo por no romperlo, pero con la certeza de que ese era nuestro último baile. El último que nos íbamos a permitir bailar. I a la que paró la música dos segundos, este amor raro se inundó de miedo. Miedo de volver a caer en el centro de la pista. A tener que volver a curar las llagas en los pies. Y salimos corriendo para volver a mirar la vida desde las sillas. Para no caer más. Despeinadas y agotadas. Sostenidas en el amor propio, que ese no falla. Y temiendo (esperando) que quizá, después de todo, aún nos quede tiempo para una lenta.
Hola, Ede. Te escribo tirada en un albergue, en la cama de abajo de una litera, rodeada de varias literas a mi derecha, hacia delante y hacia el fondo de la habitación. En el fondo de la habitación una ventana enorme con una persiana que deja entrar la luz y me deja ver los pies de la gente que atraviesa la calle.
ResponderEliminarEstoy haciendo el Camino de Santiago con el objetivo de verme capaz de hacer cosas que no pensé que podía, de verme en silencio durante kilómetros y kilómetros sin nada en la cabeza, salvo el sonido de mis pasos y de los dos palos que me ayudan a sostenerme, queriendo parar de esta vorágine de estímulos y sentir tranquilamente.
Ahora haciendo el Camino he sentido un poco que la gente que me está rodeando estos días, gente cuyos nombres desconozco, pero sí reconozco el color y la forma de sus mochilas, son esta semana mi amor raro. Hablamos, nos vemos de etapa en etapa, de albergue en albergue y, aún sin conocerles, siento una alegría inmensa por ver que están aquí a mí lado.
Mi amor raro son mis amigues, sobre todo una de mis amigas con la que llevo desde que teníamos 3 años compartiendo vida (24 en total). Un día se lo dije: no concibo envejecer sin tenerte al lado. Mañana nos encontramos en Santiago de Compostela, ella haciendo su camino y yo el mío. Y en la distancia nos sentimos lejos y a la vez acercándonos a nuestro punto de encuentro.
He tenido muchos amores raros, muchos de ellos sin esa connotación romántico-sexual, solo fueron una amistad tan potente que me quise imaginar una vida como compañeros de piso para siempre. Por tiempo, por malentendidos o porque nuestras vidas se alejaron mucho, ya no están conmigo, pero sí forman parte de mi historia.
Para mí, mis amores raros son todas aquellas personas que, fuera de ese vínculo de la pareja, son con quienes buscamos envejecer, cuidarnos y querernos a pesar del paso del tiempo, del mundo adulto y frenético. Porque no son amigos, no amantes, pero son mis amores. Mis amores raros.
Hola! Te escribo de nuevo desde el salón de mi piso, con el balcón abierto para que entre la brisa, que por fin han bajado las temperaturas y ya se puede sobrevivir por las tardes. Me he puesto al día con las entradas que has publicado, y me ha gustado mucho leerlas. En particular, cuando escribiste "Quiero pensar que de hecho somos las personas que buscamos esos términos las mismas que nos vamos encontrando por el mundo generando en las otras la necesidad de inventarnos esos términos. Como una comunidad silenciosa de amores raros, unidos probablemente entre nosotros por una cadena de afecto inclasificable." Qué manera tan bonita de expresarlo. Gracias por crear este espacio.
ResponderEliminarCon tiempo leeré el resto de comentarios de toda la comunidad aquí encontrada escribiendo desde sus lugares.
ResponderEliminarYo no sé si la mujer de agua fue un amor raro tuyo, Ede. Pero conecté con esa canción que pude sentir todas las emociones la primera vez que la escuché. Es preciosa esa canción. Se ha convertido en una de mis canciones favoritas y agradezco tu existencia y la existencia de esa canción y haberla encontrado.
No cuestiones tus números, tu capacidad de crear arte. Ya nadie mira el arte, ahora todo es mercado y consumo. La sociedad es consumista. Es difícil encontrar arte alejada de lo comercial y solo con el único objetivo de expresar emoción, reivindicación y algo más que un objeto de venta.
Gracias por tu arte, por hacerme sentir emociones e historias que solo pueden vivirse así, a través del arte. De las películas, las canciones, de los libros y los poemas, de los cuadros, los colores, los sonidos, de las sonrisas y las miradas.
La vida está bonita gracias a estas emociones, es lo que le da sentido, lo que sentimos es lo que da sentido a la vida.
Y dejarnos llevar por la marea del consumo, esta sociedad con prisa. Detenerme a escuchar cada palabra, cada nota de la melodía cada instrumento en una canción, ese placer de cantarla, escucharla, tocarla, sentirla, es lo que merece la pena. Hacer por placer. Y espero que sigas haciendo porque tienes ese don de transmitir porque lo haces desde ahí y no con ninguna intención de vender para que te compren. Hay una fina línea que separa una cosa de la otra,. Y tú sigues en ese lado donde todo es bello y quien llega se queda por la belleza y no por la moda.
Escribo delante de mi cocina, voy a hacer una tortilla de papas. Me quedé parada reflexionando. Me remueve tu forma de escribir, eres escritora solo porque escribes, cantante por qué cantas y artista porque transmites con lo que escribes y cantas y creas. Eres magia pura. Y mi tortilla de papas será una obra exquisita culinaria porque la hago con el mayor amor del mundo para mi, porque me gusta cocinar y disfruto haciéndolo, cuando lo hago sin prisas como todo.
Jajajaja <3
Escribo desde una caseta de obra en el sur de Andalucía, no debería estar escribiendo porque debería estar trabajando: firmando facturas, revisando albaranes... Pero desde ayer no paro de pensar en un vídeo que publicaste sobre este proyecto y me estoy encontrando con este espacio tan bonito. Adoro estos lugares de internet y me inspira tantísimo todo este concepto de fieralinda, las entradas del post, la música que haces... Llevo pensando en esto desde que he tenido conocimiento. Ojalá sigas publicando entradas para poder leer tus textos y los del resto de la comunidad.
ResponderEliminarNo paro de pensar en el vídeo que publicaste sobre fieralinda, sobre esa metáfora del animal. Cuando vi el vídeo decías "siento toda mi vida como la sensación de estar sujetando un animal" y al escuchar esto, no pude pensar en otra cosa más distinta a la tuya. Hablabas de sujetar un gran perro fuerte y fiero, pero la imagen que a mi se me vino a la cabeza fue la de sujetar un pequeño animal, como un pájaro herido y diminuto, en un cuenco con las manos intentando no hacerle daño. Pregunté a mis amigos sobre qué imagen les llegaba a la mente al escuchar tu frase, algunos dijeron como tú: un toro, un león, un perro. Pero algunas personas dijeron como yo: un gorrión, un gato, una golondrina. Lo sentí entonces como una especie de psicoanálisis, como si fuese un ejercicio a través del cual te revela una autopercepción de uno mismo. ¿Yo me imaginé un pájaro porque me identifico con un animal especialmente frágil? ¿O porque siento que debo proteger a los demás? ¿Y el resto con una fiera? ¿Porque sienten que tienen algo dentro que no pueden controlar?
Me ha desperado tantas ideas en la cabeza todo esto que no puedo parar de darle vueltas. Por eso estoy escribiendo esto en la caseta de obra cuando debería estar trabajando. Porque hay cosas en mi cabeza que siento que importan más que este trabajo y que cualquier otro.
Amor y rabia,
Pau Lorenzo
PD.: siento que no tenga nada que ver con los amores raros, para la siguiente entrada prometo hablar del tema, pero hoy necesitaba proyectar esto
Hola. Escribo esto desde la que lleva siendo mi habitación en Valladolid durante ya 5 años, en casa de mis abuelos. He llegado hace una hora a Valladolid después de haber cortado el vínculo con quién, para mí, era mi amor raro. Has sido la banda sonora de nuestro vínculo desde que te escuchamos el mes pasado cantar en Zamora. Fue precioso y un momento muy especial para este vínculo que, aunque roto, fue sincero y especial desde el principio. Este mes no está siendo nada fácil y tu música está siendo, estas semanas, refugio y calor. Me doy cuenta de que con esto del amor (sea del tipo que sea) se aprende mucho, ¿No? Es fuerte lo revolucionario que es este, lo mucho que puede mover y remover. Lo mucho que podemos llegar a sentir. Aunque ahora siento un dolor punzante en el corazón, me doy cuenta de que eso ocurre porque he querido mucho y de verdad. No se trata de romantizar el dolor, pero ser tan sensible y emocional va de la mano de vivirlo todo a tope, también cuando algo no sale como pensabas. Y sentir tanto significa que estamos aquí, vivos. A pesar del dolor, no me arrepiento de haber vivido este vínculo. Porque he aprendido tanto... De mí, de la vida, de los demás. Si ya lo sabía antes, ahora tengo claro que para mí la música y componer es terapia. Estas semanas estoy componiendo más de lo habitual y me está ayudando mucho a poner palabras a lo que fluye por dentro. Ahora tengo claro que quiero sacar mi música al mundo. Y tú has sido una inspiración para ello. Gracias por ser refugio, Ede.
ResponderEliminar