cien mil unidades de nada

Hola, fieralindas.

Iba a empezar con una especie de justificación por el tiempo que llevo sin escribir, pero siéndoos sincera: he vuelto a tener un poco de ganas de desaparecer. De las pantallas, de todas, de la comunicación, de la palabra, un poco de mí misma. Silencio. Hace poco me terminé el libro Mi año de descanso y relajación de Ottessa Moshfegh, y al final tiene un pasaje hermoso en el que dice algo así como (no tengo el libro a mano para citarla, así que más bien os comparto el recuerdo que tengo de esas palabras que quizás no tengan nada que ver con lo que la autora escribió) que a lo mejor la vida consiste solo en sostener el aire que te rodea. Con quedarse ahí y estar en el mundo. Algo en mí se aflojó al leer estos párrafos porque acostumbro a sentir que para merecerme existir tengo que hacer mucho. Incluso cuando estoy intentando estar presente, no perderme en la espiral de mi pensamiento, en todas las cosas que ocurren solo en él y que aún así ocupan un espacio en mí donde no cabe quizá lo sensorial de atender a lo que me rodea. Incluso ahí me estoy esforzando, intentando no vivir de la manera equivocada.

Os escribo una vez más desde el balcón de mi casa-camarote, la silla desplegable del Ikea colocada frente al mar, a mi izquierda la colada de mi compañera de piso colgada en las cuerdas, a mi derecha el cristal que me separa del salón. Hoy ha aflojado el calor y hace una temperatura casi primaveral, el cielo está nublado y lo agradezco, oigo a los trabajadores de mi barrio, a los niños del balcón de en frente, veo pasar  aviones, barcos, gaviotas, golondrinas. Quiero ser cualquiera de ellos.

Volver a compartir música me ha hecho recordar todos los conflictos que me hicieron querer dejar de hacerlo. La semana del lanzamiento, en un programa de radio pusieron La vereda y hablaron un poco del proyecto. Entre cosas llenas de cariño que recogí agradecida, dijeron: "Sigue sin despegar, sin ser del todo conocida", a lo que se contestó: "Aún así no le va nada mal, tiene más de 100 mil oyentes todos los meses". De fondo sonaba "cuando se hayan llevado el ruido que hacen sus pies en la arena y me quede atrás, me voy a elevar". Una paradoja poética que parecía casi guionizada. Me quedé pensando en las palabras de los periodistas hasta hoy. ¿Qué significa que no despego? ¿Qué es ser "del todo conocida"? Ambas formulaciones llevan implícito un objetivo. El punto de partida es la tierra, el objetivo es el cielo, para llegar de uno a otro tienes que despegar, supongo que además hacerlo bien, sin estrellarte, sin renquear, sin obstáculos en la pista de despegue o, si los hubiera, superándolos con éxito. El caso es dejar el suelo. Se puede no ser conocida en absoluto (lo cual es imposible, porque una persona que no es famosa también es conocida por gente, ¿no?) y al otro lado está serlo mucho, que te conozca un número de personas significativamente mayor al número de gente que conoce a la mayoría. Con "no serlo del todo" supongo que se refieren a que me conoce más gente que a mi madre, pero que no termina de conocerme ¿quién? ¿cuánta gente? ¿qué tipo de gente?

Cien mil oyentes mensuales no está nada mal, según ellos. Una de las cosas que no le perdono a la posmodernidad ni a la industria musical es que me he vuelto absolutamente incapaz de saber si un número es alto o no. Cien mil, así, sin unidades de nada, como valor numérico, suena a algo bastante grande, ¿no? Si de pequeña me hubiesen dicho que escucharían al menos una de mis canciones 100 mil personas todos los meses hubiese pensado que me iba a convertir en Rihanna. Sin embargo, a ella le escuchan 91 millones de personas cada mes. En 91 millones cabe 910 veces el número 100 mil. Sé lo tramposo que es comparar los números de una artista independiente española con los de una super estrella mundial, pero yo misma estoy intentando entender qué se espera de un artista para que se le cuelgue el cartel de "ya despegado", de emergente a "emergido", de "nada mal" a "suficientemente bien, ya te puedes relajar y disfrutar del vuelo en primera". Entiendo que el lenguaje es una herramienta de los seres humanos para analizar, describir y comprender la realidad. Que al ser un invento humano (o eso creemos) es falible, cambiante, como lo son los humanos. Incluso los números, esa cosa que creemos exacta e imperturbable, cambian cuando entran en contacto con las cosas del mundo. El artista español más escuchado tiene ahora 29,4 millones de oyentes mensuales en Spotify. Ocupa el número uno y sin embargo está muy lejos de los 91 millones de Rihanna. En el espacio que puede albergar al mayor número de personas en España para un concierto caben 70.000 personas. Sin embargo, 70.000 oyentes mensuales está muy por debajo del número de oyentes que tiene un artista que consideramos exitoso. 70.000 visualizaciones en un TikTok es algo relativamente fácil de conseguir. Yo tengo 70.000 seguidores en Instagram, pero estoy a años luz de reunir a ese número de personas en el Wanda Metropolitano.

Todos esos números dan un diagnóstico depende de cómo sean interpretados, de a qué se refieran, de quién los pronuncie. Y eso es enloquecedor y tremendamente cansado. El otro día un amigo me dijo "creo que me pienso que eres más famosa de lo que realmente eres". También me han dicho muchas veces eso de "no entiendo cómo no lo has petado ya con lo buena que eres". Una vez una chica que vino a verme a un concierto me dijo después de este: "me ha sorprendido mucho que vinieras a una sala tan pequeña". No hice soldout en aquella sala. No culpo ni maldigo a ninguna de estas personas por esos comentarios, porque yo misma los he pensado, de mí y de otros artistas. Porque forma parte de la realidad en la que vivimos, que nos hace constantemente preguntarnos "entonces, ¿estoy del lado de los triunfadores o de los fracasados?". ¿Hablo y actúo como los primeros o me escondo como los segundos? ¿Lo he conseguido ya? ¿Cuánto me falta? ¿A partir de qué hecho considerarán ellos que ya lo he conseguido? ¿Lo consideraré yo alguna vez?

Una vez más, una narrativa que nos coloca frente a un objetivo, en una línea recta con un principio que es la nada y un final que lo es todo. Un principio donde no eres nadie y un final donde te elevas como un dios porque has conseguido el reconocimiento, el éxito y, por lo tanto, el poder. Pero esa narrativa tiene grietas. Yo no asocio los momentos más felices de mi vida a aquellos en los que he llenado una sala de mil personas, o he alcanzado el millón de escuchas en una canción, o se ha llenado mi bandeja de entrada de comentarios alabando mi voz en un vídeo. De hecho apenas recuerdo estos momentos. Lo que sí recuerdo es aquella vez que una amiga escuchó Rabia suave por primera vez; ella se estaba recuperando de un TCA y me dijo que parecía estar hecha para alguien que estaba atravesando algo así. Mi canción, de repente, cobró un significado nuevo.
Recuerdo la primera vez que Luci (mi prima y diseñadora gráfica de los discos) y yo tuvimos en nuestras manos el CD de Lucero. Llevábamos meses pensando y trabajando en una idea y de repente era real, era hermoso, era nuestro.
Recuerdo a Sabela, una niña de Galicia que ha estado en muchos conciertos; uno de ellos coincidía con el carnaval y vino vestida de mí.
Recuerdo a Borja, un escultor que en la firma de discos al final de un bolo me regaló un bajo relieve precioso, en el que trabajó muchas horas, solo para tener un acto de cariño con el proyecto y conmigo.
Recuerdo a mis amigas escuchando Lucero por primera vez, en el salón de mi casa, revolcándose por el suelo.
Recuerdo aquella vez que canté como parte de un coro en un concierto de Clara Peya una canción en la que la solista era Silvia Pérez Cruz; la actuación era en un festival y la voz de Silvia coincidió con el atardecer.
Recuerdo los finales de las funciones de Así Hablábamos en el Centro Dramático Nacional, donde mis compañeras y yo cantábamos "en qué nos parecemos tú y yo a la nieve" mientras nos mirábamos mucho e intentábamos afinar juntas.
Recuerdo cómo entraba el sol por en ventanal de la sala de Can Bonamic donde compuse, sola yo con un piano, casi todas las canciones de Fieralinda.
Recuerdo la primera vez que le canté a Helena Mujer de agua.
Recuerdo cómo me emocioné cuando escuché la voz de Valeria en los coros de Mirlo pardo.

Y que todas esas veces yo ya me sentí despegada del suelo. Ya sentí que estaba volando. Ya sentí que podía sostener el aire que me rodeaba y que estaba bien y que no necesitaba que nadie me viera elevarme para que fuese cierto. Ahí me dieron igual los números. Nada era cuantificable. El éxito era existir ahí, que eso estuviese pasando. Eso es lo que recordaré cuando me muera, y no la curva ascendente o descendente de la gráfica de las escuchas de Spotify. 

Quiero dejar de acelerar. Que me atraviese la belleza.

También quiero saber qué os han parecido las canciones, dónde las escuchasteis, qué os dicen, qué os pasa cuando suenan. Me va a tocar recordarme muchas veces estos meses que lo importante es esto, y leeros me ayuda. ¡No os olvidéis de decirme desde dónde describís! Es mi parte favorita, seguro una de las cosas que recordaré cuando me muera.

Gracias por leer. Que sigamos construyendo este espacio fuera de la vorágine me parece mágico.

Cuidaos. Amor y rabia,

ede

Comentarios

  1. me quedo tan tranquila después de leerte, con la misma sensación que inunda el cuerpo después de un concierto, en calma porque sabes que lo que estas presenciando es cierto, verdadero. te escribo desde mi salón, con las persianas a medio bajar protegiéndome del calor madrileño, con un sutil sentimiento de culpa por no dejar al sol entrar en casa, pero creo que lo comprende y no me lo echa en cara. a veces una despega recordando momentos en los que se estaba volando, y se vuela en silencio en el recuerdo...atravesada por la belleza. ambas cancioncillas son regalos del cielo y me veo en ellas y nos veo a todas... gracias por ponerle música a nuestros latidos, y a este jadear, así llega mejor el aire y se va bajando la velocidad<3

    pd: estoy leyendo la vida tranquila de marguerite duras, traducido por pizarnik, y se me han descubierto tantos paralelismos con tus textos! lo recomiendo si es que aún no lo has tenido en las manitas, es un libro al que se llega por amigas, a base de pasárselo por debajo de la mesa.

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    1. qué lindo leer esto ❤️ de Duras me leí, el amante, pero no sabía que tenía un texto traducido por Pizarnik! vaya combo galáctico. hoy me reservé la tarde para ir a comprar lectura, a ver si alguna librería de Barcelona tiene eso que te lees. abrazo grande.

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  2. Me encuentro en mi escritorio que da a la pared y a un corcho lleno de post It de cosas que no quiero olvidar. A la derecha la ventana y a la izquierda la puerta, son las 12:29 de la mañana y suena mucho ruido fuera de obras.

    No sé por dónde empezar. Tal vez por tus canciones. Estaba en mi cama y quería escucharlas atentamente. Primero escuché La vereda y vino en un momento vital. Estoy opositando y estaba en la recta final, lo que significa tener que abarcar mucho repasar, perfilar todo lo que no estaba ya perfilado, todo frenético, en esa carrera constante. Y entonces llegaste tú diciéndome (y hablando también por mí) que está maldita velocidad, ¿encajamos? Yo también quería quedarme en la vereda mientras el resto corre. Me sentí infinitamente comprendida y ahora es un poco lo que pone música a mis días

    Luego escuché Mirlo pardo y me ayudó a comprenderte la última entrada en el blog, gracias por compartirlo. Por esas oposiciones sentí que también tenía peleando dos animales dentro, aquel que quería descansar, cuidarse y hacerse una bola ausentándose del mundo, frente a aquel que no podía ausentarse del mundo, tenía que seguir presente en este ritmo de oposiciones y no podía parar.

    Después no pude parar de escucharlas y hasta hoy han sonado al menos una vez en mi casa.

    E hilando con ese éxito del que hablas, esa fama, maldigo este mundo de redes sociales donde nada parece ser suficiente, donde siempre tenemos que llegar más alto, ¿dónde está el límite? ¿Dónde se supone que tenemos que llegar para sentirnos exitosas? Para mí el éxito es este espacio, es que tus canciones lleguen, poder escribirte y que nos escribas en un lugar de calma, que compartas con nosotras todo lo que tienes dentro, y que se me ponga la piel de gallina escuchándote.

    Muchas gracias por darnos este espacio, un abrazo fuerte.

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    1. Para mí el éxito es leer que has puesto esa atención y esa permeabilidad a la escucha de las canciones. La herida de lo superficial se me cura con cosas así, constatando que aún hay gente ahí fuera que quiere, puede y sabe darle tiempo y espacio a la belleza. Todo cobra para mí mucho sentido leyéndote. Te envío todo el ánimo del mundo para esas oposiciones, no sé lo que es pero todo lo que he escuchado sobre ellas es escalofriante, aunque la recompensa es inmensa. Entre todo esto, cuídate mucho. Ponlo en esos post it para que no se te olvide.

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  3. Hemos fracasado tan estrepitosamente. Es desalentador que todos esos momentos hermosos que describes tengan que verse opacados por el sufrimiento de no llegar a los números. Todo por lo que existe el arte se termina diluyendo entre la nada más abrumadora de la industria (que así dicho parece un ente abstracto, pero sigue habiendo personas que a través de sus acciones y palabras hacen daño igual). Yo te leo desde una sala de estudio de Xixón, reescribiendo capítulos de mi tesis mientras escucho a las familias de vacaciones ir a la playa. Agridulce, pero al menos suenan gaviotas. Y te leo pensando en que cuando salieron estas canciones mi madre me había contado que, en el hospital donde trabaja como profesora de un aula hospitalaria, una de las niñas le había escrito un poema a su enfermedad. Coincidió que mientras leía el poema tenía en bucle Mirlo pardo y La vereda y encajaron tantas piezas que me pareció casi guionizado, como esa paradoja poética en la radio. Creo que siempre ha habido gente que hace música como medio de vida (respetable, como muchísimos otros trabajos) y otra que no tiene más remedio que hacerla para sobrevivir (y luego es tan generosa de compartirla, por si las demás también la necesitamos). Siento que en estos tiempos sea tan doloroso este camino, pero espero que nunca olvides que también nos salvas un poquito a las que recibimos tus palabras y tu voz. Nos prestas tus ojos y oídos para descifrar lo que nos pasa desde otros lados y eso no lo reflejan los números, ni lo harán nunca. No sé si en algún momento estarán conformes con la distancia del suelo a la que estás, pero desde luego que para las que estamos por aquí has construido un espacio de tierra donde sostener estos cuerpos que todo lo cargan, ojalá le sirva al tuyo también 🌷

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    1. Andrea 🫂 En una de estas coincidencias mágicas, al leer la frase "Agridulce, pero al menos suenan gaviotas" ha graznado una de las de mi barrio, en la otra punta del norte. Me he emocionado mucho leyendo lo de la niña del hospital de tu madre. Me ha fascinado que una niña llegue a la sensibilidad y el ejercicio tan brutal que es escribirle a su enfermedad. Que de alguna manera ese poema se haya cruzado en el espacio tiempo con mis canciones hace que todo eso de las redes me dé absolutamente igual. Esto lo gana todo, esto es importante. Gracias por recordármelo. Te envío toda la fuerza con la tesis. Y un abrazo grande a tu madre. La mía es enfermera y lo que sostienen las manos de las que curan es algo gigante.

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  4. Hola, Ede:

    Te escribo desde mi cama de diálisis en Augsburgo, Alemania. La verdad no quiero contar mucho más, porque cada vez que estoy aquí, lo único que deseo es no estarlo.

    No sé bien para qué sirven los números en Spotify, salvo que alguna vez se transformen en una calidad de vida que tú te mereces, porque nos llenas el corazón y el intelecto con tu música. Si te sirve de algo saberlo, hoy —antes de venir aquí— un amigo ucraniano y yo subimos a Instagram un pequeño cover de “Nada”. Si eso no habla de tu éxito, no sé qué podría hacerlo más que dos personas tan lejos (yo nací en Chile, vivo en Alemania) se hayan juntado a escuchar tus canciones, ya por semanas, para intentar hacerle justicia —aunque sea a una— incluso cuando uno de ellos ni siquiera habla tu idioma.

    Gracias por compartir tu vulnerabilidad con tanta belleza. Tu arte me da ánimo, me inspira y, lo confieso, tu texto de hoy me hizo sentir comprendida… especialmente en ese espacio en que una espera que alguien le dé un like…

    Entiendo esa rabia que mencionas. Y te acompaño en ella. A veces la rabia se siente como un incendio, pero también puede ser motor, impulso para desafiar lo establecido, para soñar de otra manera, que es lo que ya haces, más libre, más propia.

    Gracias por estar. Por escribir. Por cantar.

    Con cariño, Nubia

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    1. Hola Nubia ❤️ Te envío muchísimo amor por el aire hasta ese punto el Alemania para tu cuerpo, tu corazón y tus riñones. Me sirve de mucho saber que Nada ha pasado por Chile, Ucrania y Alemania a la vez. Me parece increíble que las canciones tracen estas cartografías. Al lado de esto, los números de Spotify son absolutamente irrelevantes. Por cierto, me encantaría escuchar esa versión. Quizá me mencionasteis pero a veces estoy días sin mirar las redes o entrando solo a publicar y no me entero de nada. Pero si te apetece compartírmelo, estaré atenta estos días a ver si escucho ese Nada internacional. Beso enorme.

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    2. Gracias por tu amor 🥰 🥰 que mi cuerpo lo sienta y que llegue esa llamada para el transplante prontito ☺️ Te mando ya por Instagram nuestro Nada internacional!

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  5. Te leo y escribo desde mi habitación. Templo. Mi lugar seguro (aunque a veces deja de serlo). Son las 4:10 de la noche. Insomnio. Hay días en los que una no controla a la fiera, porque, aunque sea linda, sigue siendo una fiera. Aun así, lo que me calma es que estoy en mi casa, casa de campo, en un pueblito de MallorK. Isla asfixiada y abrumada por los números. Más de cien mil unidades de nada que aportar y de todo por saturar. A veces siento que soy un poco como mi isla, desbordada y asfixiada por cosas que están fuera de mí. Por la sociedad, las personas. Lo que hemos construido como realidad.
    Hablando en plata, es una mierda el lenguaje actual, el significado que le hemos dado (o que le han dado, no sé quién. Todxs, supongo). Que hemos aceptado y que ahora es una realidad. Pero es SU realidad. No la nuestra. NO la mía. Agradezco tanto que hayas creado este espacio en el que alejarnos un poco de su realidad y compartir la nuestra.

    El éxito se trata de uno mismo. Ser conocido, despegar también está en uno mismo. El éxito es saberse y encontrarse dentro de todo este ruido. El éxito es sentirse en espacio y tiempo.
    Si el "ser conocida" y el "éxito" para ellos tiene que ver con lo comercial, con seguir modas vacías, entonces jamás llegaremos a eso. Al menos yo (pero vaya, que te sumo en el carro porque sé que eres de las mías).
    No sabes cuánta gente a mi alrededor piensa solo en lo que publicar en redes, en lo que deben ser y hacer para ser reconocidas y ser válidas. A tomar viento.
    ¿Acaso no me conoce y reconoce mi santa madre, la que me parió? Pues eso. Yo sí siento que he despegado y, aunque haya turbulencias, para mí ya es éxito máximo.
    Querida, tú también has despegado, y muy fuertemente. Con éxito. Mucho éxito. Y eres conocida, por mí y por las (aunque sean 10) personas que te reconocemos, te leemos y escuchamos con tanto cariño. Éxito el de abrir una ventana que nos brinda un rayito de luz con tu música.
    Gracias por ser un soplo de aire fresco.

    Tengo 19 años. Dirás que soy un bebé, y aunque tienes razón, siento que ya no llego a todo lo que quiero ser, a lo que quiero en mi vida.
    Mi realidad, mi generación, está revuelta de pantallas, de influencias, de estímulos y pasatiempos vacíos. Esta revuelta de un individualismo que da miedo. Es muy fácil ser traicionada, cambiada, rechazada, comparada, ridiculizada... Muchas veces siento que no tengo cabida en esta realidad. O cumples con los estándares o no eres bienvenida. Funciona así. Y aunque lo fácil sería unirse al enemigo, prefiero luchar en contra o al menos verlo de lejos y no relacionarme mucho con él.
    Yo si creo que hay mucho más alla de la mera apariencia, de la aprobación social.
    No quiero ser otra mente vacía a la que se le llena con cualquier cosa. NO. Y por eso, personas como tú me dan calma, tranquilidad y alegría.

    Podría extenderme, empezar un un diálogo conmigo misma o imaginarme tus respuestas y que esto fuera como un podcast pero escrito. Venga chica es hora de dormir y dejar de pensar un ratito.
    Dejo este texto con un peso menos, con amor y con mi gata al lado. Ella si que es una fiera linda. Su compañía, la luz ténue que me acompaña y el silencio ya me dejan dormir.

    PD: Gracias por ser atenta con las personas que seguimos tu camino. Gracias por tomarte el tiempo de responderme un story que subi cantando con una amiga. Gracias por leer mi verso libre. Gracias por ser.

    Arte y amor. Rebeldía y calma.
    G.

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    1. Ay G., cuánto entiendo los textos insomnes! Las que nos hemos quedado despiertas por la noche conocemos ese espacio concreto de las 4 de la mañana, ese silencio, como un planeta diferente. Me gusta pensar que nos hemos encontrado ahí. Como escribes, creo que la clave está en entender que esa no es nuestra realidad, que lo usual o lo habitual no es lo normal, que porque mucha gente lo haga no significa que tengamos que sumarnos a ello si no es el modo de vivir que nos resuena. Siempre me alivia pensar que cuando encuentre a mi especie dejaré de sentirme un bicho raro. De alguna manera, lo encuentro un poco en las que estamos aquí y nos comunicamos así. Besos a ti y a tu gata, ojalá duermas esta noche (o no, e imagines cosas increíbles en medio del insomnio).
      P.D.: gracias a ti.

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  6. Hola, Ede:

    Son las ocho de la tarde de un martes de julio y te escribo desde mi mesa de trabajo, en el salón de mi piso. Los ventiladores de techo giran a velocidad media y hoy hace más calor que en los días anteriores. Esta noche volveré a encender el ventilador a los pies de la cama para poder conciliar el sueño.

    No hay una manera equivocada de vivir. No hay metas que alcanzar. No hay números que conseguir ni salas que llenar.
    Tú ya eres.
    Respiras. Estás viva. Y eso basta.
    No hay secretos ni trucos ni fórmulas mágicas. Incluso si un día decides no volver a cantar, no volver a escribir, seguirás siendo tú.
    Igual de válida, de querible, de achuchable, de cabezota, de artista, de humana.
    Porque tú ya eres.

    Trabajo como analista de datos. Me paso el día midiendo, calculando, convirtiendo cosas en gráficas y porcentajes.
    Y tal vez por eso lo sé con tanta certeza: las cosas verdaderamente importantes no se pueden medir.
    Esta obsesión colectiva por contarlo todo, por demostrar que valemos a través de cifras, nos está empujando a una ceguera que no quiero habitar.
    Vivimos en un sistema que no hemos elegido, con normas que asumimos por inercia, por cultura, por educación. Pero no todo lo que nos rodea merece obediencia.

    Quiero seguir creyendo que el arte que nace de las tripas, el que se moldea con la cabeza y sale por las manos, la garganta o el cuerpo, no entiende de números ni lo hará jamás.
    Podrías rendirte al algoritmo, a la fórmula, a lo que “funciona” y da más números.
    Pero sigues haciendo lo que te nace.
    Y eso, hoy, es un acto revolucionario.

    Ese tipo de arte (el que no busca encajar, sino decir lo que quema por dentro) es lo que me atrapa.
    Es lo que necesito para seguir viva en un sistema que intenta aplanarnos hasta convertirnos en etiquetas, y que luego usa esas etiquetas para vendernos cosas que no necesitamos.

    Y todo esto no es solo teoría para mí.

    Tus canciones me han acompañado (y me siguen y me seguirán acompañando) como pocas.
    Me han sostenido como ese aire del que habla Ottessa Moshfegh.

    Como esa amiga tuya que escuchó Rabia Suave y le encontró un nuevo sentido, a mí me pasó con Te espero.

    Hace algo más de tres años denuncié a mi padre por agresiones y abusos durante mi infancia y adolescencia.
    No te imaginas lo que supuso para mí cantar contigo y con otras cientos de personas en el Price:

    “porque si yo cargo con la pena,
    tú con la culpa vas a cargar”

    Era el primer concierto al que iba desde que mi mundo explotó.
    Ni te imaginas la de veces que había llorado con esa canción antes de gritarla a pleno pulmón aquella tarde de enero.
    Sigo emocionándome, pero ahora de otra manera. Más entera. Más libre.
    Guardo con fuerza ese recuerdo: todas esas voces al unísono, como si cantaran por mí.
    Cuando me faltan las fuerzas, me pongo la canción y me digo que la hiciste para mí. Para mí y para los cientos de miles de niños y mujeres que hemos pasado por algo parecido.

    Sé que la canción no va de eso (creo).
    Pero ¿qué quieres que te diga? Una se agarra a lo que puede para seguir.
    Yo me agarro al arte como un gato a unas cortinas.
    Y cada día tengo más claro que la cultura nos salva.
    Sin artistas que creen desde las entrañas, no hay salvación.

    Gracias por tu música, por tu voz, por compartir también el silencio.
    Gracias por no despegar hacia donde no toca, por seguir siendo.
    Porque tú, Ede, ya eres.
    Y eso es, de verdad y de corazón, suficiente.

    Arte, amor y rabia.

    Mara

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    1. "No todo lo que nos rodea merece obediencia". Mara, me he emocionado mucho con tus palabras. Hice esa canción para ti, claro. La hice para cualquiera que la necesite ("la poesía no es de quien la crea, sino de quien la necesita"), para conectarme a ellas desde mi necesidad hasta la suya, desde mi desgarro hasta el suyo. Hago música para que mi existencia repose en otras, así que claro que la hice para ti. Para todas. Lo más revolucionario que le puede pasar a un creador es provocar todo eso que tú me has contado en un alma. Al lado de eso, los números no valen absolutamente nada. Escribí esta entrada desde el hartazgo, y recojo consuelo en vuestras respuestas. Gracias, de verdad. Mi música será tuya siempre.

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  7. "Para merecerme existir tengo que hacer mucho" exigencias que te llegan a ahogar y te cortan la respiración. Lo conozco bien. Además, tengo esa sensación a menudo últimamente, de lo enorme que es el mundo y lo mucho que han construido nuestros antepasados, es como si tuviera que aportar algo para merecerme la vida. Pero no hay una forma equivocada de vivir, solo mejores y peores caminos según nuestros estándares y propias exigencias.

    Hoy te escribo yo en el tren, 12:40 dirección Madrid, con una familia en los asientos de delante, una señora buscando o comprobando que lleva unos medicamentos en el otro lado del pasillo, y mi compañera viendo Attack on Titan a mi lado, en su tableta. Montañas y campos al otro lado del cristal y algún pueblito, y de repente la profunda oscuridad de haber entrado en un túnel, sólo las luces del tren encendidas y el reflejo de mi camiseta rosa en el vidrio.

    Luz y oscuridad, ferocidad y lindura, todo pareve que nos lleva a la terrible dualidad de los extremos. Pero suele haber un rico arcoiris en medio, y no por ser en el medio es mejor o peor, todo depende de donde queramos estar o llegar. ¿Dónde te gustaría llegar? Si para ti el éxito son las vivencias y esos momentos guardados en el corazón, ya lo tienes: seguir creando recuerdos. Me gusta que pidas también saber sobre nuestros entornos, nuestras experiencias al escuchar tus canciones. Eso, a mi parecer, te hace una artista que valoro: tu forma de ser y tu forma de medir el éxito. Tus reflexiones.

    Nos vemos en el siguiente post, fiera, linda y curiosa.

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    1. Sí que es enorme el mundo, pero probablemente de la mayoría de las cosas que hicieron nuestros antepasados para construirlo no fueron conscientes. Quiero decir que habitándolo ya lo estamos transformando. Por ejemplo, con tu pregunta "¿dónde te gustaría estar?" me has hecho darme cuenta de que en realidad ya estoy ahí. Gracias por hacer crecer este diálogo. Abrazo fuerte.

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  8. Esta vez sí que te escribo desde una escena bucólica, así que aprovecho jeje

    Estoy sentado en una cafetería, en una región aleatoria de Rusia, en un viaje impulsado por una afición que me ha llevado ya a lugares donde nunca pensé que estaría. Como este, por ejemplo. Los atardeceres aquí son espectaculares; estamos en medio del campo, en un complejo precioso rodeado de bosques, donde los juegos de luces naranjas que pasan a través de columnas inmensas de nubes lejanas impactan distinto, más fuerte al juntarse con ese verde tan profundo.

    La afición que me ha traído hasta aquí no te la diré para mantener un poco al intriga, pero me viene al pelo para hablar de lo que me ha inspirado esta entrada del blog. Esta afición, de alguna manera, me ha acercado a la belleza y a la verdad, ya infinidad de veces. He visto los paisajes más increíbles de mi vida, y me he sentido expuesto al extremo, sabiendo que estoy poniendo la vida entera en lo que hago y que así consigo sentir las cosas de la manera más pura. Belleza y verdad, respectivamente, o al menos lo que vagamente significan para mí.

    Esta afición requiere también del resto de mi vida entera para poder desarrollarse, de hacer sin parar esos números que pierden el sentido, de soportar muchas horas de tedio, trabajo y frustraciones más o menos tangibles, de ser comprensivo incluso con personas cercanas que no entienden cómo dedico tanto, todo, a esto. Por unos segundos de belleza y de verdad, y por el poso de ellas que queda en el resto de mi vida cuando vivo de verdad un instante de presente absoluto que se vuelve infinito, y que me ayuda a tirar del carro cuando llega de nuevo la parte tediosa.

    Le estoy dando muchas vueltas para decirte que, al menos tal como yo lo vivo, lo elegiría una y mil veces. Que todo podría ser mucho más fácil por un camino menos complejo, por supuesto, pero que ya he comprobado que es lo que me llena de verdad y que es lo que quiero perseguir, porque lo demás es humo. Si el objetivo fuera cualquier otra cosa, como ese reconocimiento, ese poder o todo lo que conlleva, yo al menos estaría a años luz. Pero, siendo el objetivo si es que hay alguno, recolectar esos momentos de belleza y de verdad, resulta que ya lo has conseguido: has conducido tu vida hacia un lugar que provoca un montón de ellos, muchos más que si no estuvieses compartiendo tu arte o si lo hicieses solo con los números por delante.

    Queda por solucionar la parte no romántica de llegar a final de mes, porque con belleza y verdad no se pagan las facturas. Pero, si te sirve de algo, creo que no hay conflicto entre una parte y la otra, sino una relación práctica de medio y fin. El medio son los números, para el fin que es seguir rascando de lo otro. Aunque haya que cargar con el primero, lo segundo seguirá apareciendo y llenando tu corazón y el nuestro, sin que puedas hacer nada por evitarlo. Aunque no haya ningún sitio realmente al que llegar, yo creo de verdad que tú ya has llegado.

    Gracias otra vez por este espacio <3

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    1. Pero qué curiosidad por Dios! Me imagino algo de deportes en la naturaleza o quizás fotografías de medios naturales especiales. O algo más de thriller como que en realidad eres del FBI. Bueno, sea como fuere da esperanza leer que alguien sí consigue ese equilibrio, y que tiene tan claro ese intercambio. Creo que la clave está en desligar ese trabajo que te da dinero de tu pasión, aunque el primero sea el que permita materialmente la realidad del segundo. Yo, si te digo la verdad, fantaseo con tener un trabajo que me dé dinero y estabilidad pero que me deje el tiempo suficiente para destinar ese dinero y esa estabilidad a seguir llevando mi proyecto artístico. Si mágicamente tu profesión secreta tiene estos componentes, tendré que suplicarte que me la desveles jajaja. Gracias por compartir, me ha dado paz imaginarme ese bosque ruso e ilusión saber que este blog ha llegado hasta allí. Beso grande.

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  9. hola ede.

    escribo esto desde la habitación donde duermo cuando voy a casa de mis abuelos. es la una y cuatro de la tarde y hace mucho calor. mi cama, sin sabanas (como siempre que no se usa) queda a mi derecha, yo estoy sentado en el escritorio con un ventilador en las piernas y la ventana que da a un patio abierta detrás mío. leo tu entrada del blog, sin embargo, después de haber escuchado por primera vez Mirlo pardo y La vereda. estaba en la estación del tren, bajando las escaleras y cuando he llegado abajo me he quedado quieto, mirando a la nada, absuelta por la música y la delicadeza de tu arte. no puedo describir que veía porque en mi cabeza estaba en un prado primaveral estirado. casi podía llegar a escuchar los pájaros cantar por debajo de tus canciones. te tengo que dar las mas sinceras gracias por ese momento.

    de tanto en tanto intento hacer canciones porque he descubierto que es algo que me libera y me define, me hace verme reflejada en algún sitio aunque sea solo por el hecho de escuchar mi voz. en enero publiqué mi primer disco, pero eso no es importante, no vengo a promocionarme. llevo desde que salió el disco forzándome a componer nuevas frases, nuevas melodías y a producir cada vez mas y "mejor". esta entrada del blog me ha abierto los ojos. no quiero ascender ni quiero que eso sea lo que se espere de mi. no quiero alzarme, no quiero "triunfar" ni dejar de ser "emergente". la música es un arte, una vía de expresión.

    cuando enumeras todos esos recuerdos en los que te sentiste ya despegada del suelo, me han venido a la cabeza recuerdos de mi infancia. supongo que porque me dirigía a la casa de mis abuelos he recordado momentos con ellos. de nuevo, no recuerdo las sensaciones de mi primer concierto ni que sentí cuando alguien me dijo que le encantaba mi música, recuerdo las sensaciones al escuchar ciertas canciones y entenderlas del todo. recuerdo ver a mi padre llorando con esas canciones y fue uno de los momentos mas bonitos de mi vida. yo ya estoy volando. mientras siga generando recuerdos y momentos como esos, yo estaré flotando y creo que nunca lo he dejado de estar.

    hoy mas que nunca, este blog y esas dos canciones me han salvado. hoy es el primer día que vuelvo a esta casa sabiendo que mi abuelo ya no está aquí ni volverá a estarlo nunca. seguramente me hubiera forzado a escribir algo, a componer algo en referencia a lo que he sentido para publicarlo y que la gente me alabara. pero no quiero eso. quiero escuchar canciones que me muevan, ver películas que me hagan llorar, leer libros que me entiendan. no quiero componer. no me quiero forzar. hoy, no quiero ser una cantautora, hoy quiero ser yo. sin mas. así que muchas gracias, de corazón, por haber generado este espacio porque, sin saberlo, era lo que muchas necesitábamos.

    con cariño,
    E.

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    1. Hola, compañera de inicial. La verdad es que creo que uno de los retos más difíciles de encarar para una persona que está empezando a hacer música ahora (ya lo era cuando empecé yo, pero creo que hoy en día es ya extremo) es hacer ese ejercicio de separar las ganas de expresarnos y hacer arte de las ganas de ser vistas, reconocidas y aduladas. Tampoco quiero fiscalizar que nos dé gustito que nos digan que lo que hacemos está bien, es bello, es digno. Creo que es absolutamente humano. Pero el reto está en tener activa esa alarma cuando esas ganas de gustar son más grandes que las ganas propias de crear. Yo tengo la sensación de que el 70% de proyectos que circulan ahora tienen más ganas de ser famosos que de ser artistas. Es algo que me llega a través de sus obras. Quizás es mentira, pero así lo siento. Así que me parece hermoso leer que alguien como tú está desde tan al principio poniendo el foco en ser honesto con su compromiso con la creación. Creo que esa es la responsabilidad de las que queremos hacer arte y no entretenimiento. Habrá momentos donde perdamos el foco, y eso estará bien, es parte del proceso. Yo te envío mucha fuerza y amor en ese viaje loco que es empezar a hacer música. Y por cierto, me gustaría escuchar tu disco. Abrazo fuerte.

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    2. Gracias de nuevo por generar este espacio y por las reflexiones que se generan, te dejo aqui el enlace al disco : ) https://push.fm/fl/temps-erikandreu

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  10. Te escribo desde mi salón en Augsburg, llueve hace 13 días y según el pronóstico del tiempo seguirá lloviendo 5 días más. En este momento estoy escuchando La Vereda y hoy me ha pegado de una manera distinta. Es como si hablara de mi vida. Y desde que compartiste Nada entiendo tu post aquí desde otro punto de vista. Nunca había tenido mi móvil tantas horas al día en mi mano. Aquí quiero insertar un chiste para que nos riamos un poquito las dos de mi 🤣 pero te lo voy a quedar debiendo. En vez del chiste te mando un abrazo y flores hechas de palabras.

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  11. Soy una mujer de 27 años del interior de São Paulo comentando un texto tuyo a la una de la madrugada.
    La primera vez que te escuché (no recuerdo hace cuánto) tuve esa sensación rara de que otra persona en el mundo estaba expresando partes muy íntimas de mí que yo no me atrevo a sacar.
    No hablo (solo) de versos de una canción con los que uno puede identificarse... hablo de tu voz, de tu ritmo, de esa sensación de que tú liberas una tensión que yo todavía no aprendí a liberar. Algo mucho más allá de expresar una tristeza o alegría momentáneas. Es algo denso y sustancial.
    Quería que vieras tu trabajo como yo lo veo.
    Ah: soy profesora de español y suelo mostrar “Armas” a mis alumnos, y todos siempre se quedan fascinados.
    No veo la hora de poder ir a España a escucharte o de que vengas a Brasil (sé que no depende de ti, lamentablemente).
    El éxito es saber que uno ha conmovido a alguien, como dijo Silvina Ocampo, y lo lograste con fuerza. Un abrazo enorme, chica.

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  12. Escribo desde el Templo de Debod. He leído las 2 últimas entradas del blog antes de que subieras al escenario. Lo tenía pendiente. Y es eso, algo que he leído, lo que ha hecho que ahora, en medio de tu abrazo, haya vuelto a coger el móvil para dejar aquí estas palabras.
    Mientras escribo esto le dedicas el concierto a tus abuelos. El aire trae una arenilla que se nos mete en los ojos. Ya es de noche. Una noche agradable. Y el naanaaaa se ha escuchado en Carabanchel.
    Sin afán de extenderme más, y poder seguir presente en este momento, en este abrazo, dejando que tu belleza nos atraviese, lanzaré la idea que ha invadido mi mente y me ha hecho venir a este agujero: un pájaro no vuela o deja de volar por la mirada de quien lo observa.

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  13. Yo también llego tarde, o no, llego en el momento que he podido. El verano fue un tsunami de emociones, de arrastre, de inadaptación sin cambios al frente, pero si dentro de mí. Te leo y desde mi oficio o lo que creí que sería mi oficio te entiendo. ¿Qué es despegar? Llego a este post justo cuando me hago la misma pregunta y llego a la misma conclusión que el final del libro y como lo interpretas. Y solo por observar. Que hacen los animales y las plantas. Solo estamos aquí para sobrevivir, para vivir, para respirar, para estar.

    Hace un día espectacular hoy, 12 de octubre, el sol brilla sacando los colores más vivos del cielo, las palmeras, y la tierra. Suenan las campanas de la ermita, son las fiestas del pueblo. Mi perro ladra, detesta las campanas. En medio de ese ruido tuve ese momento detesta parar a leer tu publicación y conectar. Sin embargo yo no he podido disfrutar de las fiestas,. Mi sistema inmune está librando una batalla con un virus estacional que no es ni gripe ni COVID pero se le parece. Entre tanto desorden lo único que me da paz es pensar que vivir es solo vivir, sentir emociones. Como las que vivo al escuchar tus canciones.

    Como la incertidumbre que me persigue llena de un cambio que no llega a su fin, soy un barco que navega en ninguna dirección esperando ver tierra y deseando que esa tierra esté llena de ganas de quedarme.

    Y continúo en la siguiente publicación para hablar de las emociones que me provocan tus canciones. <3

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