arrojarse al infierno y descansar
Hola, fieralindas. El tren que me lleva a 300 kilómetros por hora desde la estación de Sants hacia Atocha-Almudena Grandes acaba de pararse en medio del Camp de Tarragona. Un lugar distópico de luces ordenadas, que en una noche como esta parece una ciudad del futuro. Quizás es absurdo, pero hace semanas que no leo, así que siento que no puedo escribir. Respiro hondo un par de veces, me miro el reflejo en el cristal, remoloneo. Un grupo de chicos, parece que pertenecientes a un equipo de algún deporte, intercambia bromas y se ríe alto. Me cuesta hablar con vosotras escuchando sus voces, así que saco mis cascos con cancelación de ruido y los conecto a mi teléfono móvil. Una paradoja: reproduzco ruido blanco con unos cascos que hacen desaparecer el ruido. Busco el silencio a través de un cierto tipo de ruido que neutralice otro tipo de ruido. A veces el silencio es un ruido. Hace que no escribo aquí más tiempo del que me hubiese gustado, aunque he pensado en nosotras muchas v...