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cien mil unidades de nada

Hola, fieralindas. Iba a empezar con una especie de justificación por el tiempo que llevo sin escribir, pero siéndoos sincera: he vuelto a tener un poco de ganas de desaparecer. De las pantallas, de todas, de la comunicación, de la palabra, un poco de mí misma. Silencio. Hace poco me terminé el libro Mi año de descanso y relajación de Ottessa Moshfegh, y al final tiene un pasaje hermoso en el que dice algo así como (no tengo el libro a mano para citarla, así que más bien os comparto el recuerdo que tengo de esas palabras que quizás no tengan nada que ver con lo que la autora escribió) que a lo mejor la vida consiste solo en sostener el aire que te rodea. Con quedarse ahí y estar en el mundo. Algo en mí se aflojó al leer estos párrafos porque acostumbro a sentir que para merecerme existir tengo que hacer mucho. Incluso cuando estoy intentando estar presente, no perderme en la espiral de mi pensamiento, en todas las cosas que ocurren solo en él y que aún así ocupan un espacio en mí dond...

el pájaro y el camino

Hola, fieralindas. Lo primero: cuando pensé en abrir este blog para nada me imaginé que lo que acabaría haciéndome más ilusión serían las descripciones de los espacios desde los que leéis mis palabras y las devolvéis con las vuestras en los comentarios de las entradas. Gracias a ese ejercicio tierno de reciprocidad he podido estar con vosotres un segundo en un autobús de Buenos Aires, un salón de una casa del borde de un barranco en Gran Canaria, un piso con vecinos de buen gusto musical en una ciudad cercana a Barcelona, una habitación alquilada en mitad de la sierra de Almería. Una pequeña euforia se me ha agitado al sentir que este espacio está saciando la necesidad que me impulsó a crearlo: sentirme más cerca de los que estáis al otro lado de este intercambio raro. Gracias, de corazón. Disfruto mucho leyéndoos. Yo empiezo esta entrada en un tren que se desliza a 297 kilómetros por hora sobre unas líneas de acero que conectan la estación de Atocha-Almudena Grandes con la de Barcelon...

las canciones que salen de un campo arrasado

Hola, fieralindas. El año pasado leí Nubosidad Variable, de Carmen Martín Gaite. Tengo un cariño especial a la figura de Carmen y a su literatura, y este libro terminó de robarme el corazón. En él dos amigas se cartean tras años de distancia y silencio. Una de las normas epistolares que establecen es que siempre, al empezar una carta, han de describirle a la otra el lugar desde el que escriben, como manera de acercar la presencia a través de la imaginación. Como de invocarse en diferido. Yo de adolescente me escribía cartas con algunas amigas y con mi abuela Leo, y a raíz del libro de Martín Gaite y de ver cómo mi amiga Eva mantiene aún este ritual ya casi prehistórico, decidí recuperar el hábito. Lo hice con algunas personas amadas, copiándole la norma a las protagonistas de Nubosidad Variable, y me parece bonito traerla aquí. Así que: Os escribo desde mi piso de Barcelona. Lo llamo “piso camarote” porque apenas tiene 30 metros cuadrados y está muy cerca del mar. Me mudé hace dos mese...

la primera

Hola, personas.   Llevo bastante tiempo pensando en abrir este espacio, y otro tanto probando formas de materializar y empezar este primer texto. Ando entre introduciros en él profundamente y evitar caer en demasiadas explicaciones; creo que a veces las personas que nos dedicamos a crear cosas sabiendo que acabarán en manos de otras personas pecamos de considerar interesante información propia que a veces no lo es. (Acabo de darme cuenta de la fulminante contradicción en la que caigo, porque este formato se basa esencialmente en eso: en compartiros pensamientos y sentires más complejos que los que permiten los canales de comunicación populares. Pecando otra vez de considerar, aunque sea tímida y remotamente, que son o pueden llegar a ser interesantes para algunas de las que estáis al otro lado. Bueno, llegados a este punto asumo mi contradicción, mi cierto egocentrismo de artista, la fragilidad de ambos, y sigo). El caso es que desde que tengo uso de razón he intentado entender, ha...